Boda morganática (otra más)

            El despecho y mis obligaciones impidieron que siguiera la boda de Guillermo y Catalina por la televisión. Sí, ninguno de los Windsor me invitó a Londres, con lo que yo he hecho por ellos; y de los Middleton ¿qué se podía esperar? Creo que son carniceros o mineros… por lo tanto, nada. En este lluvioso fin de semana he hecho acopio de fotos y vídeos sobre el evento, tranquilito, sin el agobio de tener que saludar reyes multimillonarios esclerotizados, soportar a príncipes que llaman a sus amantes mi tampax y escuchar niños empalagosos de schola cantorum rubios como el oro.

            La primera vez que entré en la abadía de Westminster me llamó mucho la atención el mal olor que había, la oscuridad siniestra que reina entre sus muros y el abigarramiento ornamental que se esparce por las capillas laterales. Un español que se precie de tal no se queda con la boca abierta ante esta iglesia rapiñada a los católicos por esas fieras irreverentes con la verdadera religión, y el Papa de Roma, llamadas Tudor. Hay mejores templos en este solar patrio desde el que escribo.

            No tienen clase. Los aristócratas de ahora ya no es que hagan bodas morganáticas con la facilidad e inconsciencia del que asa castañas, es —repito— que no tienen clase. Porque darme a mí el esquinazo eso no tiene importancia, no ofende quien quiere sino quien puede; pero mira que invitar a Elthon John y a su amantísimo esposo y negarle una sillita de tijera al ex primer ministro Blair… qué mezquinos y sobre todo —si no es pleonasmo— qué injustos. En la foto que inserto, al fondo, se puede ver la lápida de Stanley Baldwin, otro del talante que envalentonó a Hitler y al que nunca perdonó el gran Churchill, qué gran contraste con el monumento al soldado desconocido en primer término.

            Una garganta profunda de la abadía me ha pasado el repertorio musical del acto, y tras analizarlo solo puedo calificarlo de apolillado, deprimente y carente de categoría. Desde hace poco más de un siglo se popularizó la frase del crítico alemán Oskar Adolf Hermann Schmitz que tanto duele a los ingleses porque la verdad siempre pica: Das Land Ohne Musik, efectivamente Inglaterra es una tierra sin música, pero con extraordinarios intérpretes. Pues bien, los organizadores de la Boda Real se han entretenido en ensalzar la figura de Charles Hubert Hastings Parry del que cabe decir que ha sido el engrudo aglutinador de otros tantos músicos británicos de escaso pelaje a los que han recurrido en una ceremonia condenada al fracaso por mil razones: ¿a quién se le ocurre empezar, precisamente, con el Veni Creator Spiritus y terminar con una Pompa y Circunstancia del inefable Elgar?

            Eso por no entrar en el papelón de la pareja Cornualles, Carlos y Camila, la multitud de la que se quejaba la pobre y añorada Diana. Incomprensible siempre fue para mí la Química (sus valencias, sus reacciones exotérmicas, los ajustes de electrones, Niels Böhr, Lavoisier, las tierras raras…) pero dejar a la tierna Diana por la mula Camila es algo que se escapa del marco de la Lógica. A menos, obviamente, que la ex señora Parker Bowles fuera instruida en alguna casa de… geishas y allí aprendiera técnicas radicales en esa amena materia; aún así, sería imprescindible ponerle una canasta en la cabeza durante la refriega.

            Triste y lamentable ha sido volver a ver los reportajes de Carlos y Diana en Marivent (Mallorca) que impúdicamente nos han refregado por los ojos las basureras (léase las televisiones). Por cierto, qué semana tan mala para la Casa Real de España, qué esfuerzo: la gran boda en Westminster, primero, y luego… la ceremonia ante SuSan Bene beatificando a Juan Pablo II El Eficaz (en la destrucción del Comunismo, si es que quedaba algo o mejor, si es que hubo algo de eso alguna vez).

            Me interesó mucho el diámetro del estómago de Catalina Middleton, aunque no sé la cifra exacta, debe ser un portento pues aceptó como regalo de boda la sortija del zafiro que tan buena suerte le trajo a Diana. En fin, vivir para ver.

¿Saben que el príncipe William tiene los dedos gordos y las uñas de los pulgares anchas y con poca distancia entre la lúnula y el borde del cuerpo ungueal? Eso me da mala espina: seguro que no nos devuelven Gibraltar, con esas uñas…

4 respuestas to “Boda morganática (otra más)”

  1. El temido (por su bravura) Says:

    Vayamos por parte, como dijo el súbdito britano:
    1.- Yo tampoco fui a la boda. Pero como tengo más charme que los aristócratas, pues tampoco me importó. Todos los aristócratas deberían acabar como los boquerones (sin cabeza; ejemplos haylos).
    2.- ¿Cuántos eventos del siglo llevamos en 11 años? A esta velocidad, que se nos acaba el XXI (boda del siglo, partido del siglo, siglos de los siglos…). Lo único que ha sido digno del siglo (y porque dudo que se vuelvan a ver), han sido los modelitos que llevaban las invitadas en la cabeza. Eran como los bombones de las cajas rojas de Nestlé, pero en grandes y pegados a una altura indeterminada entre el nacimiento del pelo y la frente. Y habrán pagado por ellos. Me quedo con el sombrero de la reina, clásido, formal, y el que parece ser el único que tiene.
    3.- No estoy de acuerdo con lo de la música britana. Sí la han tenido y la tienen. Son los soplagaitas más famosos del mundo.
    4.- En cuanto al fantasma de lady Di, recuerdo perfectamente hace 30 años, el día de mi llegada al cuartel donde debía pasar 14 meses de mi vida; como marujitas, todos los soldados que estaban al cargo de la custodia patria, estaban viendo la boda, por cierto, frente a Gibraltar. Años después, visitando París, me obligaron a hacer una foto del túnel donde se mató. Espero que cuando visite Pakistán, no me obliguen a hacer una foto de donde murió Bin Laden (¿será verdad?).
    Yo creo que tampoco nos la devuelven aunque el futuro Guillermo V vaya a la manicura.
    Delenda est Britannia. Free Commonwealth. Lector salutatus.

  2. landahlauts Says:

    Momento «Prensa Rosa». Eso sí, disfrazado sutilmente con una leve crítica a la selección musical. Pero le ha faltado hablar de las pamelas de las invitadas y de la borrachera de algún invitado. Y la guinda al pastel las uñas del principito güilian…
    En fin, todos tenemos un día malo… Y pensar que yo pensaba que me contaría algo sobre unos pastorcillos…

  3. landahlauts Says:

    ¡¡¡Y hay censura previa!!! ¡¡¡NO!!!!
    Pues nada, esperaremos a que le ponga el sello se «nihil obstat publicatum»….

  4. nuevavidavirtual Says:

    Uy, censura previa… Qué va. Ha habido un problema gravisimo en las comunicaciones a causa de un incendio en unas instalaciones de Movistar. Esta mañana me han llegado los rayos incidentes y ya están luciendo en su esplendor. Gracias.

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